Agosto. Ese mes en el que las ciudades se vacían, los aeropuertos se llenan de reencuentros y los días huelen a salitre, crema solar y ganas de desconectar. Sí, es temporada alta. Sí, los precios suben. Pero si eliges bien, puede convertirse en el viaje del año. ¿La clave? Saber dónde viajar en agosto, cómo moverse y cuándo reservar. Por eso hemos preparado esta guía con todo lo que necesitas para montar tu mejor Plan D del verano: playas que parecen del Caribe, montañas para dormir fresquito, ciudades que te sorprenderán, escapadas baratas y destinos exóticos con ese puntito de aventura. Porque aquí no se trata solo de viajar, se trata de vivirlo.

Zanzíbar, Tanzania.
✈️ Por qué viajar en agosto no es tan mala idea como dicen
Muchos huyen de agosto porque es temporada alta, sí. Pero te vamos a decir algo: viajar en agosto no solo es posible, puede ser uno de los mejores planes del año. Solo hay que saber jugar bien las cartas.
Para empezar, el clima acompaña. En casi todo el hemisferio norte, agosto es sinónimo de sol, días eternos y cielos despejados. No tienes que preocuparte por lluvias que te arruinen la ruta ni por temperaturas fresquitas que te dejen sin poder pegarte chapuzón que tanto te encanta. Es el momento ideal para explorar la naturaleza, perderte por algún rincón de Europa o plantarte en una playa de aguas cálidas sin pasar frío al entrar.
¿Y lo mejor? Es el mes en el que más fácil resulta cuadrar vacaciones. Tanto si viajas en pareja como si lo haces con amigos o en familia, agosto es ese punto de encuentro en el que todos pueden decir “sí”. Además, la oferta cultural se dispara: hay conciertos, festivales, rutas, mercadillos y mil actividades pensadas para el viajero.

Eso sí, no todo es perfecto: hay más gente, los precios suben en los destinos más populares y puede que necesites algo de paciencia. Pero si eliges con cabeza, buscas alternativas menos masificadas y reservas con antelación, puedes montarte un viajazo en agosto sin arruinarte ni perder medio día en colas.
🗺️ Destinos perfectos para viajar en agosto
🌅 Destinos paradisíacos en Europa
Si sueñas con playas de aguas turquesa, pueblos únicos y cenas al aire libre mirando al mar, este apartado es para ti. Aquí van algunos de los mejores destinos para viajar en agosto en Europa en los que encontrarás buen clima, paisajes super chulos y sin tener que viajar al otro extremo del mundo.
Cuando se habla de viajar en agosto, Grecia aparece sin pensarlo. Y no es para menos: sus islas son una mezcla perfecta de mar turquesa, pueblos encalados, ruinas milenarias y comida que sabe a verano eterno.

Santorini y Mykonos son las reinas del postureo y los atardeceres de infarto, sí, pero si buscas algo menos turístico y más auténtico, apunta bien: Naxos y Milos son dos joyas escondidas que te van a robar el corazón. Playas tranquilas, callejuelas con buganvillas y tabernas donde te sirven el mejor pulpo a la parrilla con vistas al mar.
En agosto, el agua está en su punto para nadar, bucear o hacer snorkel entre formaciones volcánicas. ¿Un plan que no falla? Alquilar un barquito en Milos y recorrer sus calas más inaccesibles, como Kleftiko o Tsigrado, con parada para picnic flotante incluido.
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Italia y el verano tienen química. De la buena. De esa que huele a albahaca, sabe a gelato y suena a Vespa bajando hacia el mar. Y si te estás preguntando dónde viajar en agosto en el Mediterráneo, Cerdeña y Sicilia son dos destinos que te lo ponen en bandeja.

En Sicilia puedes pasar del cráter del Etna a templos griegos sin salir de la isla, perderte entre callejones barrocos con olor a limonero y acabar el día con una pasta alla norma frente al mar. Es historia, naturaleza y gastronomía con acento del sur.
Cerdeña, en cambio, es tu isla si sueñas con calas de agua azul hielo, cuevas marinas y pueblos donde el reloj va en modo slow. La zona de la Costa Esmeralda es un escándalo, pero si quieres algo más tranquilo (y menos caro), apunta a Cala Gonone, el Golfo de Orosei o el sur de la isla.
¿El planazo que no falla? Subir al volcán Etna en 4×4 o llegar en zodiac a Cala Luna, una playa que parece sacada de una película y a la que solo se puede acceder por mar o a pie. Es la definición perfecta de verano a la italiana
El Algarve es ese rincón del sur de Europa donde el verano se vive sin prisa, con olor a mar, a sardina a la brasa y a libertad. Si estás pensando en viajar en agosto, Portugal es una joya que aún conserva precios razonables, paisajes de escándalo y un ritmo relajado y desestresante.

Sus playas son un espectáculo natural: acantilados, cuevas marinas, calas escondidas y aguas atlánticas que refrescan hasta las ideas. Lo ideal es moverse por zonas como Lagos, Aljezur o Sagres, donde el turismo es más relajado y el entorno más salvaje.
Aquí puedes empezar el día surfeando en Amado, seguir con una ruta por las cuevas de Ponta da Piedade y acabar navegando en kayak por las cuevas de Benagil, una de las actividades más increíbles del Algarve. Todo esto con un vino verde fresquito en la mano y el sol cayendo sobre el océano. Sí, suena a paraíso. Y lo es.
Croacia es una de esas joyas que no deja de brillar. Y aunque cada vez más viajeros la descubren, aún es posible encontrar rincones tranquilos y auténticos para viajar en agosto… si sabes dónde mirar.
Olvídate de la abarrotada Dubrovnik y pon el radar en lugares como Zadar, con sus puestas de sol legendarias y su órgano marino; Korčula, la isla que enamora con sus viñedos y murallas medievales; o Vis, un refugio tranquilo con playas solitarias y sabor local.

Agosto es ideal para recorrer su costa a modo relax, nadar en pequeñas calitas, comer pescado fresco y saltar de isla en isla en ferry como si estuvieras en tu propia película del Adriático. ¿Un plan que te hará flipar? Hacer una excursión en barco desde Hvar a la Cueva Azul de Biševo, donde la luz se cuela por el agua y convierte el interior en una fantasía azul eléctrica. Verano croata ideal, sin filtros.
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🌆 Ciudades europeas con encanto para agosto
¿Quieres escapar del calor sin renunciar a los planes? Hay ciudades que en agosto se convierten en verdaderos refugios de cultura, buen ambiente y temperaturas agradables. Menos agobios y más espacio. Ya sea para disfrutar de un festival, pasear sin prisas junto a un canal o cenar al aire libre en una plaza histórica, estas ciudades tienen ese equilibrio perfecto entre relax y planazos. Aquí van nuestras favoritas para viajar en agosto sin achicharrarte (ni aburrirte).
Si lo tuyo es la cultura, los planes diferentes y el fresquito en verano, Edimburgo en agosto es tu sitio. La ciudad entera se transforma durante el Festival Fringe, el mayor festival de arte escénico del mundo. Las calles se llenan, los parques se convierten en escenarios improvisados y cada día hay algo nuevo por descubrir: monólogos en sótanos hasta óperas al aire libre, pasando por teatro alternativo o conciertos en las plazas.

El ambiente es puro arte, pero sin agobios. Las temperaturas rondan los 18-20 °C, los días son largos, y todo invita a disfrutar de la ciudad con calma: desde el Castillo de Edimburgo pasando por los callejones de la Old Town o los jardines de Princes Street.
Un imprescindible: pasea por la Royal Mile y déjate sorprender por músicos, actores y humoristas en plena calle. Luego, busca una empanada escocesa o algo dulce, sube al Arthur’s Seat y despide el día con vistas de la ciudad teñida de naranja.
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Descubre Edimburgo en verano: paseos por el Royal Mile, visitas al Castillo, tours de fantasmas por las bóvedas subterráneas, y excursiones a las Highlands o Loch Ness. Desde cultura hasta paisajes épicos, tienes opciones para todos los gustos. Echa un ojo a todas las actividades y excursiones en Edimburgo y planifica ya tu verano con estilo.
Si quieres viajar en agosto a un sitio donde el verano se vive con calma, diseño y planes al aire libre, Copenhague es tu ciudad. Aquí todo invita a disfrutar sin prisas: canales tranquilos, pequeños barrio, parques donde tumbarte a leer y mercados callejeros donde el street food sabe a gloria.

El ambiente veraniego es puro “hygge”: hay conciertos gratuitos en plazas, festivales de arte urbano, cine al aire libre y un montón de rincones creativos que mezclan tradición y vanguardia. El clima es ideal —ni frío ni calorazo— y los días largos te dan margen para exprimir cada momento.
Una de las experiencias más locales es alquilar una bici y perderte por Christianshavn, cruzar sus puentes y acabar en Reffen, una antigua zona industrial convertida en espacio artístico frente al mar, donde puedes comer, darte un baño o brindar con una cerveza artesanal entre contenedores de colores. Así es el verano en Copenhague: alternativo, relajado y con rollazo.
Cracovia es una de esas ciudades que sorprenden sin hacer ruido. Perfecta para viajar en agosto si buscas un destino con historia, encanto y precios amables. Las temperaturas son suaves, el ritmo tranquilo y hay ambiente, pero sin agobios.

Su casco antiguo es una joyita medieval llena de iglesias, plazas enormes y callejones super chulos. En Kazimierz, el antiguo barrio judío, hoy se mezclan cafés alternativos, librerías escondidas y bares con ese rollo decadente que enamora.
Agosto también es ideal para hacer planes distintos, como visitar las minas de sal de Wieliczka, una ciudad subterránea tallada en sal a más de 100 m de profundidad, o acercarte al Memorial de Auschwitz, una visita dura pero imprescindible.
¿Y lo mejor? Aquí puedes dormir bien, comer rico y moverte por la ciudad gastando mucho menos que en otras capitales europeas. Cracovia no será la más famosa, pero tiene algo que engancha… y no solo por sus pierogi.
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Puede que a primera vista no parezcan los destinos más obvios para viajar en agosto, pero justo ahí está el encanto. Cuando todo el mundo huye buscando playa, Madrid y Lisboa se vacían lo suficiente como para disfrutarlas con calma, buenos precios y planes que solo aparecen en verano. Menos colas, más terrazas libres y una agenda cultural que no descansa ni con 35 grados.

En Madrid, agosto se vive entre cañas frías, museos sin agobios y noches al aire libre que lo salvan todo. Es el momento perfecto para tumbarte en una hamaca en los Veranos de la Villa, ver una peli bajo las estrellas en el Parque de la Bombilla o recorrer un Matadero que no da miedo, sino cultura y exposiciones con aire acondicionado. Y si el calor aprieta, hay oasis como Madrid Río, azoteas con piscinas (hola, Hotel Emperador) o bares con vaporizadores de agua que ayudan a sobrevivir.
Lisboa, por su parte, cambia el bullicio turístico por una versión más relajada, auténtica y luminosa. Puedes subir al tranvía 28 sin pelear por sitio, perderte por Alfama sin esquivar grupos y cenar con vistas al Tajo sin reserva previa. En agosto, se celebran conciertos al aire libre, mercadillos vintage con foodtrucks y noches de cine en azoteas como Topo Chiado. Y si quieres una postal de las que no se olvidan, quédate a ver el atardecer desde el Mirador de Santa Catarina, con música callejera de fondo y un vinho verde en la mano.

Explorarlas en pleno verano es como descubrir un lado más íntimo y pausado de dos capitales que suelen ir a mil. Y sí, también tienen su propio encanto cuando todos los demás se han ido.
🌿 Norte de Europa
¿Dónde viajar en agosto si no quieres achicharrarte y te tira más el verde que el chiringuito? Fácil: el norte de Europa. Aquí no hay playas masificadas ni olas de calor. Hay lagos que parecen espejos, senderos entre bosques, cabañas de madera con sauna y un silencio que suena a libertad.
En lugar de abanicos, encontrarás glaciares. En vez de hordas de turistas, naturaleza desbordante. Y por las noches, cuando el sol apenas se va, sentirás que el verano aquí dura un poquito más. Si buscas aventura, aire puro y paisajes que te dejen sin palabras, apunta bien… porque este norte engancha.
Noruega es naturaleza en mayúsculas. Uno de esos países que te hacen sentir pequeñito entre montañas gigantes, fiordos infinitos y cielos que parecen pintados a mano. Si estás pensando en viajar en agosto y quieres fresquito, paisajes de postal y rutas épicas, este es tu sitio.

En esta época, rutas míticas como Trolltunga o Preikestolen están abiertas y con condiciones perfectas para el senderismo. No hace falta ser atleta, pero sí madrugar y llevar la cámara lista, porque las vistas desde lo alto son de las que te dejan sin palabras (y sin espacio en la galería).
Lo mejor es moverse en tren panorámico o en coche por tu cuenta, recorriendo pueblos que parecen salidos de un cuento, rodeados de montañas, lagos espejo y casitas rojas clavadas en la orilla. Y si te gusta conducir, la Carretera del Atlántico o la ruta de los fiordos son pura emoción.
En agosto, los días son larguísimos —con atardeceres que se estiran durante horas— y el aire es tan puro que parece inventado. Si buscas naturaleza, tranquilidad y una aventura que se te quede grabada, Noruega no falla.
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Islandia en agosto es pura fantasía volcánica. Uno de los pocos meses del año en que puedes recorrerla sin preocuparte del clima extremo ni de carreteras cerradas por la nieve. Si sueñas con paisajes imposibles, naturaleza salvaje y un poquito de aventura, este es el momento ideal para viajar en agosto.

La Ring Road, la carretera que da la vuelta a la isla, es la mejor forma de explorarlo todo: glaciares, volcanes, géiseres y playas negras que te hacen sentir en otro planeta. Además, agosto es temporada alta para ver frailecillos, esas aves súper adorables. También es el mejor momento para bañarte en aguas termales naturales, como las de Mývatn o Seljavallalaug, rodeado de montañas y vapor caliente.
Y aunque el sol se pone, las noches siguen siendo luminosas: atardeceres, el cielo rosa y esa sensación de que el día no se acaba nunca. Si buscas un viaje diferente, de esos que se cuentan durante años, Islandia en agosto es una bomba.
Bienvenido al norte, donde se vive entre lagos, bosques y pueblos que parecen sacados de una película de vikingos. Suecia y Finlandia son el destino perfecto para desconectar de verdad y reconectar con lo que importa: aire puro, calma y naturaleza a lo bestia.
En Suecia, puedes alojarte en una cabaña de madera frente al lago Siljan, pasear en barco entre las islas del archipiélago de Estocolmo, o recorrer en bici los senderos tranquilos de Småland, tierra de bosques, cristal y casas rojas. Y si te apetece algo de vidilla, en Gotemburgo en agosto hay mercadillos, conciertos al aire libre y cafeterías donde tomarte un kanelbulle como dios manda.

Finlandia es otro rollo. Más salvaje, más silenciosa, más introspectiva. En la región de los Mil Lagos, el plan es tan sencillo como perfecto: kayak por la mañana, sauna por la tarde y chapuzón en aguas cristalinas al atardecer. Si te animas a subir al norte, la Laponia finlandesa en verano es puro espectáculo: renos sueltos, rutas que cruzan grandes bosques y cielos que nunca se apagan del todo.

💸 Escapadas low-cost en España y Portugal
¿Creías que en agosto todo se dispara? Pues no. Si sabes buscar (y te alejas un poco del clásico sol-y-playa abarrotado), España y Portugal están llenos de destinos baratos, auténticos y con planes que valen mucho más de lo que cuestan. Aquí van algunas ideas para viajar en agosto sin que sufra tu bolsillo… y disfrutarlo como si te hubieras ido al fin del mundo.
¿Buscas naturaleza, aventura y fresquito en verano? Pues apunta bien, porque Huesca lo tiene todo. Si estás pensando en viajar en agosto sin dejarte medio sueldo y escaparte del calor, el Pirineo aragonés es un planazo de los buenos.

Pueblos como Aínsa, Alquézar o Loarre combinan historia, piedra, silencio y encanto en cada callejón. Desde allí puedes lanzarte a descubrir algunas de las rutas de senderismo más espectaculares del país, como el Cañón de Añisclo, perderte entre hayas centenarias o refrescarte en pozas naturales que parecen piscinas esmeralda.

Y si te va la marcha, aquí también puedes hacer barranquismo, rafting o vía ferrata en entornos de postal. La Sierra de Guara y los valles del Ésera o del Ara son el patio de recreo perfecto para los que no saben estarse quietos ni en vacaciones.
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Si sueñas con montañas, aire fresco y paisajes de postal, el Valle de Arán te va a encantar. Ubicado en el Pirineo de Lleida, este rincón verde es perfecto para viajar en agosto si quieres escapar del calor sin renunciar a buenas rutas, pueblos con encanto y una gastronomía que te abraza desde el primer bocado.

Aquí el verano se vive entre valles glaciares, lagos cristalinos y senderos infinitos. Es la puerta de entrada ideal al Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici, donde puedes caminar entre lagos como el de Colomers, atravesar pasarelas de madera y escuchar solo el sonido del agua y tus pasos. Pero también hay plan más slow: perderte por pueblos como Arties, Salardú o Bagergue, con casitas de piedra, flores en los balcones y olor a pan recién hecho. Y si necesitas una excusa para no marcharte, prueba la olla aranesa, algún quesito local… y verás cómo te entran ganas de alargar el viaje.

A diferencia de otros destinos de montaña más conocidos, los precios aquí siguen siendo razonables en agosto, sobre todo en alojamientos rurales o apartamentitos con vistas. Un planazo de altura, literalmente.
¿Dónde viajar en agosto si buscas playa sin agobios, comida de escándalo y un clima que no derrite? Galicia, sin duda. Aquí el verano se vive con albariño en mano, pies en la arena blanca y brisa del Atlántico que te salva el día.

Las Rías Baixas son ese mix perfecto entre descanso y buen comer. Tienes playas que parecen del Caribe, como las de Sanxenxo, la Isla de Arousa o A Lanzada, pueblos marineros con callejuelas empedradas —como Combarro— y bandejas de marisco que llegan a la mesa aún oliendo a mar. Agosto es temporada alta, sí, pero aquí el ambiente es más de fiesta local que de resort masificado.
Si te va lo más salvaje, apunta a la Costa da Morte: acantilados, faros y playas abiertas al océano que te hacen sentir diminuto y libre a partes iguales. Sitios como Muxía, Laxe o el Cabo Vilán combinan naturaleza pura con esa calma gallega que engancha.
¿Playas salvajes, montañas que te abrazan y comida que te hace cerrar los ojos de gusto? Asturias y Cantabria lo tienen todo. Si estás pensando en viajar en agosto sin morir de calor y con planes para todos los gustos, este es el norte que nunca falla.
En Asturias, puedes despertarte viendo el mar en Cudillero o Lastres, perderte por callejuelas llenas de flores, y en la misma tarde estar caminando por los lagos de Covadonga o en una ruta por los Picos de Europa. Entre medias, fabada, sidra y un cachopo del tamaño de tu mochila.

Cantabria tampoco se queda corta. Tiene pueblos con alma como Comillas o Santillana del Mar, calas escondidas que parecen de película y uno de los planes estrella para familias: el Parque de Cabárceno, donde puedes ver animales en semilibertad rodeado de montañas y naturaleza.

El ambiente en agosto es alegre pero tranquilo, ideal para quienes buscan respirar, comer bien y disfrutar de paisajes de postal. Y lo mejor: siguen siendo destinos bastante asequibles, especialmente si reservas en zonas rurales o te mueves en coche. Norte en vena… y sin drama de cartera.
Si te apetece algo diferente, bonito y barato para viajar en agosto, el interior de Portugal es ese plan que no falla. Menos conocido que el Algarve, pero igual de encantador y mucho más tranquilo, este lado del país es puro descubrimiento.
El Alentejo es tierra de colinas suaves, pueblos blancos encalados, castillos y carreteras secundarias que atraviesan viñedos hasta perderse en el horizonte. Sitios como Évora, Monsaraz o Marvão son perfectos para callejear sin rumbo, comer con vistas y dormir en antiguas casas de piedra reconvertidas en alojamientos rurales con mucho rollo. Aquí todo invita a bajar el ritmo, brindar con vinho tinto y dejar que el calor del sur te abrace…

Más al norte, Aveiro es una escapada con sabor a verano. Sus canales con góndolas tradicionales, las casas de rayas de Costa Nova, los mercados de pescado y las playas cercanas la convierten en un destino muy completo. Además, está a tiro de tren desde Oporto o Lisboa, lo que la hace perfecta para añadir unos días de mar, arquitectura y dulces típicos (ojo con los ovos moles, ¡puro vicio!).
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Si en tu viaje de agosto quieres sol, historia, vino y paisajes épicos… Portugal es tu sitio. Desde paseos en barco hasta visitas culturales y experiencias gastronómicas, lo difícil será elegir solo una. Explora las mejores actividades en Portugal y haz de tu verano algo inolvidable.
🛕 Destinos exóticos fuera de Europa
Agosto es el mejor momento del año para perderse por Indonesia… y encontrarse en el camino. Con la estación seca en pleno apogeo, es el mes perfecto para viajar en agosto a destinos como Bali, Lombok o las islas Gili, donde el sol brilla, la humedad baja y todo está en su punto. En Bali, los días empiezan entre arrozales y templos hindúes donde el incienso flota en el aire. Puedes surfear en Canggu, ver el atardecer desde los acantilados de Uluwatu, darte un baño en cascadas escondidas en Ubud o perderte en ceremonias por la isla.

Si buscas algo más tranquilo, Lombok ofrece playas menos turísticas, volcanes como el Rinjani que desafían tus piernas, y pueblos donde el tiempo va más lento. Y las Gili Islands, sin coches ni estrés, son el lugar perfecto para desconectar de todo entre tortugas, cócteles y snorkel sobre corales multicolor. Una vez llegas, todo es bastante económico: alojamientos, comida riquísima, masajes y excursiones por cuatro duros.
Si sueñas con un viaje que te sacuda por dentro y por fuera, Perú en agosto es una elección de oro. Es temporada seca en la zona andina, lo que se traduce en cielos despejados, paisajes nítidos y condiciones ideales para viajar en agosto por algunos de los lugares más míticos del planeta. Es el momento perfecto para recorrer el Valle Sagrado, explorar Cuzco con calma o subir hasta Machu Picchu y entender por qué es mucho más que una foto. Puedes hacerlo en tren panorámico o, si te van los retos, a pie por el Camino Inca, cruzando puentes colgantes, terrazas ancestrales y montañas que parecen flotar en el cielo.

Perú también es territorio de contrastes: puedes pasar de una caminata a más de 3.000 metros a compartir una tarde con una comunidad quechua en lo alto de los Andes o navegar por el Lago Titicaca entre islas flotantes. Y si te atreves a ir más allá, apunta destinos como Arequipa, el cañón del Colca o la montaña de siete colores. Es verdad que exige físicamente —la altitud se nota—, pero cada paso merece la pena.
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¿Un verano épico? Tanzania y Zanzíbar tienen todos los ingredientes. Safari al amanecer, atardeceres sobre la sabana, playas de agua turquesa y olor a especias. Este combo es perfecto para viajar en agosto y vivir algo realmente distinto, salvaje y emocionante.
En Tanzania, es temporada alta de avistamiento de fauna: cebras cruzando las llanuras del Serengeti, elefantes caminando entre baobabs en Tarangire, y si tienes suerte, hasta un leopardo en lo alto de una acacia. Agosto es uno de los mejores meses para ver la Gran Migración, cuando miles de ñus y gacelas cruzan el río Mara en una escena digna de documental.
Y cuando ya hayas tenido tu dosis de polvo, adrenalina y aventura… toca bajar revoluciones en Zanzíbar. Esta isla frente a la costa tanzana es pura fantasía tropical: playas blancas, palmeras torcidas, zocos de especias y bungalows con vistas al Índico. Puedes hacer snorkel, visitar Stone Town, perderte en callejuelas coloniales o simplemente ver cómo el mar cambia de color todo el día.

Aunque es temporada alta, reservando con tiempo se pueden encontrar buenos precios, sobre todo en alojamientos locales y safaris en grupo. Un viaje que mezcla naturaleza, cultura, relax y emoción… y que no se olvida jamás.

Colombia es ritmo, color y una sonrisa en cada esquina. Si buscas dónde viajar en agosto para combinar naturaleza, cultura y playa con calorcito del bueno, este país es una bomba de energía.
En agosto, el clima en la zona norte es ideal para recorrer el Caribe colombiano. Desde las callecitas coloniales de Cartagena de Indias, pasando por la vibra relajada de Palomino, hasta las playas salvajes y selva en estado puro del Parque Nacional Tayrona. Puedes hacer snorkel en aguas turquesas, dormir en hamaca frente al mar o caminar entre palmas gigantes y monos aulladores.
También es un gran momento para explorar el Eje Cafetero, una región de montañas verdes, fincas familiares y pueblos como Salento o Filandia, donde el olor a café es casi tan constante como la hospitalidad local. Aquí puedes hacer rutas entre cafetales, visitar miradores espectaculares y probar café del bueno, recién molido. Su gente, su comida y su música hacen que cada día parezca una fiesta improvisada. Es uno de esos lugares que no solo visitas… te lo llevas contigo.
Y ahora que ya tienes un buen puñado de ideas para viajar en agosto, solo te queda lo más difícil: elegir tu próximo Plan D. ¿Será playa, montaña, ciudad o un destino exótico al otro lado del mundo? Sea cual sea, lo importante es que lo vivas con ganas, sin prisas y con la mochila llena de ilusión (y un chubasquero, por si acaso). Cuéntanos en comentarios o por redes cuál sería tu Plan D de agosto… ¡que aquí estamos tomando nota para el siguiente viajazo! 🌍🧡