Ruta por la Sierra Oeste de Madrid en 1 día: bodega, ruinas y el Bosque Encantado

Cuando planificamos nuestra ruta por la Sierra Oeste de Madrid, no sabíamos que volveríamos tan enamorados de esta zona. Descubrimos dos pueblos con muchísimo encanto, naturaleza, castillos y lugares que no esperábamos. Lo que más nos flipó fue el Monasterio de Pelayos de la Presa, que no esperábamos tan impresionante y se convirtió en la gran sorpresa del día. Si buscas ideas para una escapada cerca de Madrid o te preguntas qué ver en la Sierra Oeste en un día, aquí te contamos nuestro PlanD completo, con planes, paradas, dónde comer y rincones que no te puedes perder.

La Sierra Oeste de Madrid es uno de esos rincones que te sorprenden aunque creas que conoces la región. La zona que visitamos, concretamente está al suroeste de la Comunidad de Madrid, muy cercana a las provincias de Ávila y Toledo. Una zona conocida por sus montañas, embalses como el de San Juan, bosques, ríos y viñedos. En otras palabras, de aquí seguro que sale el combo perfecto para un Plan D un día o un finde entero.

Históricamente, esta zona ha sido cruce de caminos y territorio estratégico desde la Edad Media. Muchos pueblos, como San Martín de Valdeiglesias, surgieron alrededor de castillos y monasterios que protegían rutas, tierras de cultivo y comercio. Hoy, todavía se conservan cascos históricos con arquitectura medieval y renacentista, y monumentos como el Castillo de la Coracera o el Monasterio de Pelayos de la Presa, que te cuentan siglos de historia mientras los visitas.

Como puedes leer, la Sierra Oeste es, además de naturaleza viva, un lugar donde descubrir leyendas en monasterios y castillos. Aquí puedes hacer senderismo, visitar bodegas y viñedos (además de, por supuesto, probar sus vinos…) o, planes originales como perderte en jardines y sumergirte en un mundo de fantasía en bosques encantados.

Para nuestro PlanD, elegimos San Martín de Valdeiglesias como base, porque quedaba cerca de todos los sitios que queríamos visitar y, además, casi todos contaban con parking propio, lo que hace que moverse sea súper cómodo.

En coche

La forma más fácil de llegar desde Madrid es por la M-501 (Carretera de los Pantanos) hasta San Martín de Valdeiglesias. En apenas 1 hora y 20 minutos estarás en pleno casco urbano, listo para arrancar la ruta y aprovechar al máximo el día.

Aparcamiento

Moverse por San Martín y alrededores es muy sencillo: muchos lugares, como el Castillo de la Coracera o la Bodega las Moradas, tienen parking gratuito o propio, así que no tendrás que preocuparte por buscar sitio y podrás dejar el coche en la mismísima puerta.

En transporte público

Sí, también se puede llegar en autobús desde Madrid, pero si quieres hacer la ruta completa como la que hicimos nosotros —bodega, Bosque Encantado, castillo y monasterio— lo más cómodo es ir en coche. Te da libertad total para moverte a tu ritmo y llegar cómodamente a los lugares. Si aún así prefieres el transporte público, deberás tomar la Línea 551.

Nuestra primera parada fue la bodega Las Moradas de San Martín. Llegamos a primera hora de la mañana y el plan ya prometía: viñedos centenarios, aire de la sierra y el solecito nos acompañaba en la ruta. La bodega surgió en 1999 para recuperar las cepas de Garnacha tinta que se cultivaban aquí desde el siglo XII, y desde entonces se ha mantenido fiel a una filosofía ecológica: vendimia manual, producción a pequeña escala, respeto absoluto por el medio ambiente y unos vinos con personalidad que reflejan el terreno y el clima de la zona.

Durante el tour nos enseñaron a podar las vides, cómo las cultivan en forma de vaso, los distintos tipos de uva y cómo esto influye en los diferentes vinos que producen. Caminando por los viñedos, con un grupo pequeño y sin viento, todo se sentía cercano y auténtico, nada de producciones industriales.

Después, continuamos con una cata de tres vinos acompañada de queso y jamón locales. Nosotros apenas estamos introduciéndonos en el mundo de los sumilleres y quedamos súper sorprendidos: cada vino tenía su propio carácter y alma, casando a la perfección con el entorno. Fue un plan 100% recomendable, relajante y educativo a la vez, un inicio perfecto para nuestra ruta por la Sierra Oeste de Madrid. Si vas, no olvides reservar con antelación, porque las visitas son limitadas y merece la pena asegurarse la experiencia completa.

Nuestra segunda parada fue El Bosque Encantado, y como estaba justo al lado de la bodega, decidimos visitarlo por la mañana antes de comer. Nada más entrar, nos dimos cuenta de que no era un parque cualquiera: recorrimos todo el recinto disfrutando de las esculturas vegetales más impresionantes, que van desde figuras de arbustos modelados hasta las pequeñas casitas de hadas y de insectos.

Cada rincón tenía su propio encanto y se nota el esfuerzo con el que se diseña todo: diferentes especies vegetales traídas de todo el mundo, caminos que te introducen en cuentos (literalmente) y detalles que te hacen parar a cada paso. Nos gustaron especialmente los bonsáis, pequeños pero con una composición muy chula, y la zona de las plantas aromáticas, donde los olores te envuelven y hacen que quieras quedarte allí un buen rato.

Después de comer, estábamos llenísimos y teníamos que esperar a que abriera el Monasterio de Pelayos de la Presa, así que aprovechamos para dar un paseo por el casco urbano de San Martín de Valdeiglesias. Empezamos por la Iglesia de San Martín Obispo, una construcción del siglo XVII con tres naves y su aire clásico, que preside una de las plazas más bonitas del pueblo.

Luego nos acercamos a la Plaza Real, donde se encuentra el Ayuntamiento. El ambiente allí es de corazón del pueblo: casas con escudos antiguos y calles estrechas que te llevan callejeando hasta su castillo. Por último, subimos al Castillo de la Coracera, esa fortaleza medieval del siglo XV que domina el pueblo y que fue mandada construir por Álvaro de Luna. Lamentablemente el castillo está cerrado y no se puede visitar…

Cuando llegamos al Monasterio de Pelayos de la Presa, no nos lo esperábamos para nada. Fue uno de esos lugares que acaban siendo lo mejor del plan. El monasterio se fundó en 1150, y más tarde se incorporó a la Orden del Císter en 1177. A lo largo de los siglos ha pasado por guerras, saqueos, abandono y hasta un incendio, que lo dejó prácticamente en el olvido.

Lo que hoy encontramos es fruto del esfuerzo de recuperación de personas que realmente aman este lugar, sobre todo del arquitecto Mariano García Benito, que salvó el monasterio comprando las ruinas y donándolas al municipio. La visita guiada fue perfeta. Se nota que les apasiona su trabajo: los detalles, cada arco y cada historia se cuenta con cariño y entusiasmo. Nos contaron sobre la vida de los monjes, la arquitectura que mezcla estilos románico, gótico y barroco, y hasta las leyendas que rodean el lugar, como la de Doña Elvira, que según cuentan aún vela por los secretos del monasterio.

Después de salir del monasterio, nos hicimos la ilusión de poder entrar al Castillo de la Coracera otra vez, así que nos acercamos de nuevo en un acto de fe. Y como nosotros, había varias personas más con la misma idea… pero el castillo seguía cerrado. Nos contaron que es privado y que todavía hay lío con la propiedad, así que tocaría conformarse con verlo desde fuera.

Y menos mal que lo hicimos, porque la Sierra Oeste nos regaló una de las puestas de sol más espectaculares que hemos visto en toda la Comunidad de Madrid. El cielo se llenó de colores intensos, naranjas, rosas y lilas, con el castillo en primer plano. Fue un momento alucinante.

Ya anocheciendo, nos dirigimos al Bosque Encantado de noche. La transformación es brutal: todo se llena de luces de colores que realzan las esculturas vegetales, las pequeñas casitas de hadas, los insectos gigantes y los bonsáis que tanto nos habían gustado de día.

Dar una vuelta por el recinto nos dejó literalmente flipando; cada rincón tiene su propia luz, y las figuras cambian totalmente, cobrando vida bajo la iluminación nocturna. Es un lugar que de día ya es bonito, pero cuando cae la noche se vuelve completamente otro mundo, misterioso y sorprendente. Para nosotros, esa mezcla de puesta de sol + paseo nocturno entre luces y esculturas fue la forma perfecta de cerrar la ruta.

Para reponer fuerzas después de la mañana intensa, paramos en el Restaurante Eneldo en San Martín de Valdeiglesias. Fuimos a por el menú de fin de semana, que nos permitió probar varios platos.

De primero disfrutamos de unas patatas revolconas con torreznos y una ensalada de langostino. De segundos, pedimos bacalao con pisto y entraña de ternera con patatas, dos platos contundentes y perfectos para seguir el día con energía. Para rematar, nos dejamos llevar por la panacotta y la tarta de queso de la casa para el postre. Dulces, suaves y absolutamente deliciosos.

El local nos encantó: muy bien decorado, con un ambiente tranquilo y familiar. Todo el servicio fue rápido y atento, perfecto para seguir con la ruta sin prisas.

Además de Eneldo, por el casco urbano de San Martín hay varios bares y restaurantes donde probar tapas y platos diferentes. Como otra recomendación, si paráis a desayunar en Pelayos de la Presa podréis comer unos buenos churros y porras en la Churrería El Asturiano.

Nuestro tip PlanD: intenta combinar la comida con productos de la región, como quesos, miel o vinos locales, para vivir la experiencia completa de la Sierra Oeste de Madrid. Comer bien siempre es parte del PlanD perfecto.