Qué ver en Braojos de la Sierra y por qué deberías ponerlo ya en tu lista de escapadas rurales desde Madrid. A poco más de una hora de la capital, este pueblo de la Sierra Norte aún se mantiene fuera del radar turístico… y eso lo hace perfecto. Calles empedradas, rutas de senderismo, montañas, buena comida y ambiente rural. Un sitio ideal para desconectar un fin de semana o combinar con otros pueblos cercanos. En esta guía te contamos todo lo que puedes ver, hacer y saborear en Braojos. Fue nuestro Plan D, y puede ser el tuyo también.

Braojos de la Sierra, Madrid.
📖 Un poco sobre Braojos de la Sierra
Braojos de la Sierra no sale en los rankings ni suele estar en las listas de “imprescindibles” de Madrid, y quizá por eso se disfruta más. Pocas casas, mucho verde, aire limpio y silencio del bueno. Está en plena Sierra Norte de Madrid, a más de 1.200 metros de altura y dentro de uno de los parques nacionales más top: el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. No es un pueblo tan conocido como pueden ser Rascafría o Buitrago del Lozoya, y justamente por eso es es que puedes disfrutar casi solo.

En Braojos conseguirás pasear un sábado por la mañana y cruzarte con tres personas, una señora barriendo la puerta y poco más. Hay silencio, calles estrechas y retorcidas, huertas, casas de piedra y muchas abejas que están deseando conocerte (eso te lo contamos más adelante). Además, aquí siempre hace unos grados menos que en la capital, lo que se agradece (mucho) en verano.
Braojos tiene historia, aunque no se note a simple vista. Está documentado desde el siglo XIII y durante siglos vivió del pastoreo, con la Cañada Real Segoviana cruzando su término. Hoy todavía conserva su iglesia del siglo XV, antiguas eras, caminos ganaderos y esa estética serrana. Estás rodeado de rutas, robledales, miradores y cielos despejados. No hay cobertura en muchos rincones, y eso también es parte del encanto.
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🥾 Ruta por la Dehesa del Boyal
Nuestra escapada a Braojos de la Sierra empezó un sábado por la mañana con ese plan que nos encanta: perdernos en un pueblo del que no habíamos escuchado hablar en nuestra vida. Llegamos temprano (Álvaro y yo, Aaron), aparcamos sin problema en la plaza del Ayuntamiento —uno de esos lujos de la Sierra Norte— y salimos caminando rumbo a la Ruta de la Dehesa del Boyal, un recorrido circular que arranca desde el propio casco urbano.

Desde el inicio ya se siente diferente. Calles de piedra, muros antiguos, aire fresco —sí, varios grados menos que en Madrid— y la sensación de que aquí todo va a su ritmo. Al salir del pueblo, te adentras enseguida en la dehesa comunal, donde el camino discurre entre robles centenarios, praderas abiertas y veredas ganaderas que aún siguen vivas. En serio: durante el camino nos acompañaron vacas, caballos e incluso algún burro, como el que vimos ¡en el tejado de una casa! (sí, has leído bien). Tan tranquilo, mirando al pueblo.

La ruta es apta para todos los niveles, aunque si es verdad que comienza con una gran subida. Es una caminata circular, perfecta para pasar unas horas por la mañana, observar y disfrutar. A nivel botánico, se mezclan robledales, fresnos, majuelos y acebos, y más adelante el entorno cambia completamente cuando entras en la zona del acebal, donde el ambiente se vuelve más cerrado, húmedo y lleno de vegetación. Este tramo es uno de los más bonitos del recorrido: el suelo cambia, los sonidos se apagan, y de repente parece que estás en otro lugar.

Y luego están los alimoches… porque sí, volvieron a aparecer. Desde que los vimos en las Hoces del Duratón, Serradilla y la Cascada del Fraile, ya es una tradición. Aquí también nos sobrevolaron, tranquilos, como si nos conocieran. Nos reímos: “¡otra vez estos!”. Ellos siguen su ruta, y nosotros también. En uno de los camino secundarios, más estrecho, medio escondido entre maleza, dimos con un pequeño búnker de la Guerra Civil. Está señalizado por un cartel que se ve un poco regulero.

Desde varios puntos del recorrido hay vistas espectaculares: hacia el valle del Lozoya, los pantanos de Puentes Viejas y Riosequillo, y al fondo las cumbres de la Cebollera Vieja, con sus más de 2.100 metros, marcando el paisaje. Una ruta perfecta para que puedas disfrutar de lo mejorcito de la Sierra Norte de Madrid.

👀 Qué ver en Braojos de la Sierra
📍 Iglesia de San Vicente Mártir
La Iglesia de San Vicente Mártir es uno de esos sitios que no te esperas en un pueblo tan pequeño. Por fuera es sobria, sin adornos, pero por dentro cambia un montón: retablos barrocos, pinturas de Carducho, una pila bautismal del siglo XV y hasta un museo en la torre con tallas y objetos antiguos. No le falta detalle.
Se la conoce como la Catedral de la Sierra Norte y cuando entras, lo entiendes. Además, en Navidad se celebra la Pastorela, una danza tradicional que tiene más de 500 años y que solo se hace aquí. Muy top si te mola el rollo rural con peso cultural.

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Un plan perfecto: combina la tranquilidad rural de Braojos con una visita al Monasterio de El Escorial, uno de los monumentos más emblemáticos de España. Apúntate a este tour guiado por El Escorial y redondea tu escapada con historia, arte y arquitectura.
📍 Ermita de Nuestra Señora del Buen Suceso
A las afueras de Braojos se encuentra está la Ermita de Nuestra Señora del Buen Suceso. Es pequeña y sencilla, sin grandes adornos, pero tiene mucho peso para el pueblo. Aquí terminan las romerías y celebraciones religiosas importantes, y sigue siendo un lugar muy querido por los vecinos. Si pasas cerca, merece la pena acercarse a verla: el entorno es bonito, tranquilo, y muy fotogénico. Un buen desvío si te apetece una caminata corta desde el centro del pueblo.
📍 El Colmenar de Braojos
Apicultores por un día… y no de broma. En Braojos nos metimos de lleno en el mundo de las abejas, y no solo para mirar. Empezamos viendo una proyección donde nos contaron todo sobre cómo funciona una colmena, qué hace cada abeja y por qué sin ellas estaríamos apañados. Pero lo bueno vino después: nos pusimos los trajes blancos con careta (más rollo astronauta que pastor) y salimos al campo a ver colmenas reales, con abejas revoloteando a nuestro alrededor como si nada.

No picó a nadie, pero nos reímos lo nuestro. Es de esas actividades que molan porque aprendes sin darte cuenta, estás al aire libre, y acabas con un montón de anécdotas para contar. Súper recomendable si vas con niños, o si simplemente te apetece hacer algo diferente. Y sí, hazte foto con traje… ¡qué menos!

📍 Antiguas Escuelas
Este edificio, hoy cerrado al uso educativo, conserva el estilo y distribución original de las escuelas rurales de principios del siglo XX. Su fachada sencilla y su ubicación elevada le dan presencia dentro del núcleo urbano.
📍 Plaza Calvo Sotelo
En el centro del pueblo está la Plaza Calvo Sotelo, el corazón de Braojos. A un lado, el Ayuntamiento; justo enfrente, un edificio multifunción que lo tiene todo: el bar del pueblo, la oficina de turismo y la pequeña pero curiosa radio local. Desde aquí, por cierto, fue donde empezó nuestra actividad con las abejas, así que no te lo saltes: es punto de encuentro, lugar para tomarse algo y sitio clave para enterarte de todo lo que se cuece en el pueblo.
📍 Fuente y abrevadero
Al lado de una de las entradas al casco antiguo verás una fuente de piedra de caño largo y, junto a ella, el antiguo abrevadero donde los animales del pueblo bebían agua. Ambos están restaurados y todavía en uso, lo que aporta mucho al ambiente tradicional del pueblo.

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📍 Potro de herrar
Uno de los elementos más singulares del patrimonio rural de Braojos es su potro de herrar, una estructura tradicional utilizada antiguamente para inmovilizar a los animales —especialmente vacas y caballos— durante el herraje o curas veterinarias. Este potro, restaurado y conservado es un símbolo del pasado ganadero del pueblo.

📍 Cañada Real y caminos ganaderos
La Cañada Real Segoviana atraviesa Braojos y conecta con otras rutas trashumantes. Estos caminos, usados desde hace siglos por pastores y ganado, hoy son ideales para hacer senderismo. Durante el recorrido es frecuente ver vacas, ovejas, caballos e incluso algún burro con alma de explorador.
📍 Área recreativa y Dehesa del Boyal
La dehesa es un bosque mixto de robles, fresnos y acebos con rutas suaves para todos los niveles. Hay naturaleza, zonas de sombra y una paz total. Ideal para hacer picnic, leer, o simplemente desconectar. Aquí también empieza la famosa Ruta de la Dehesa del Boyal que os hemos contado antes.
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En plena muralla medieval y con vistas al río, esta casita es perfecta para desconectar en uno de los pueblos con más encanto de Madrid.
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🍽️ Dónde comer cerca de Braojos
Braojos de la Sierra no es un destino con una gran oferta gastronómica, pero sí tiene ese punto que nos encanta: sitios auténticos, comida casera y sabores de toda la vida. Si tienes pensado comer allí, lo ideal es reservar con antelación, sobre todo los fines de semana. Hay pocos sitios y la demanda suele superar la oferta, especialmente si el plan incluye senderismo y escapada rural.
En los restaurantes de la zona puedes probar platos típicos de la cocina serrana madrileña, como el cocido completo, judiones, cabrito asado, torreznos crujientes (influencia de los vecinos) o tablas de embutidos y quesos artesanales. Si eres más de picnic, el entorno de la Dehesa del Boyal es perfecto para comer al aire libre con buenas vistas (eso sí, recuerda llevarte toda la basura contigo).

Nosotros esta vez comimos cerca, en el Restaurante La Plaza del Olivo, a pocos minutos de Buitrago del Lozoya. Fue un acierto total. De primero pedimos unas bravas, ensalada y unos torreznos de campeonato. Y de segundo… unas carrilleras espectaculares. Aún no sabemos si eran las mejores que hemos probado o si siguen siendo las segundas, justo después de las de Monfragüe. De postre, como no podía ser de otra forma, una tarta de queso.
📅 Cuándo ir y cómo llegar desde Madrid
Braojos de la Sierra es de esos pueblos que tienen algo bonito en cada estación. En primavera, los campos se llenan de flores y el verde está en su mejor momento. En otoño, los colores de los robledales hacen que se tiña de colores marrones, amarillos y anaranjados. Si te animas en invierno, y hay suerte con la nieve, se transforma en un escenario blanco ideal para una escapada tranquila. Y en verano, gracias a sus más de 1.200 metros de altitud, aquí se duerme con manta mientras en Madrid no se puede ni respirar. Un lujo, vamos.

Desde Madrid capital, llegar en coche es muy fácil: hay que tomar la A-1 dirección Burgos y salir por la salida 92 hacia la M-976, en dirección a Braojos. En total, el trayecto dura alrededor de 1h 15min, dependiendo del tráfico. La carretera está en buen estado, y el último tramo tiene unas vistas bastante chulas.
¿Y si no tienes coche? También puedes llegar en autobús desde Plaza de Castilla con la línea 195 o combinaciones hacia pueblos cercanos como Buitrago del Lozoya. Eso sí, los horarios son limitados y puede ser menos práctico si solo vas a pasar el día. En ese caso, mejor madrugar y planear bien la vuelta.
🤔 Otros pueblos de la Comunidad de Madrid
Aunque Braojos ya es perfecto para desconectar… si tienes más tiempo o juntarlo con otros lugares por la Sierra Norte de Madrid, hay pueblos y rincones cercanos que combinan genial con este plan. Aquí te dejamos algunos de nuestros favoritos:
Buitrago del Lozoya
Uno de los clásicos de la zona. A solo 15-20 minutos de Braojos, puedes pasear por su muralla medieval, ver su castillo y cruzar el puente sobre el río Lozoya. Además, tiene un Museo Picasso bastante curioso. Te contamos todo lo que puedes ver en nuestro post sobre Buitrago del Lozoya.

Rascafría
A unos 35 minutos en coche, Rascafría es perfecto si te apetece naturaleza y algo de historia. Puedes visitar el Monasterio de El Paular, pasear por el bosque o darte un chapuzón en las Presillas si vas en verano. Es uno de esos sitios que siempre recomendamos en cualquier ruta por el norte de Madrid.

Castillo de Manzanares el Real
Si te va lo medieval, el castillo mejor conservado de la Comunidad de Madrid está a tiro de piedra. El entorno es precioso, con vistas al embalse de Santillana y cerca de La Pedriza. Nosotros te dejamos la guía completa para que organices la visita al Castillo de Manzanares el Real.

Chinchón
Vale, lo reconocemos: Chinchón está lejos. Pero nos cuesta no mencionarlo porque es uno de los pueblos con más carácter de toda la Comunidad. Su Plaza Mayor con balcones, el ambiente castizo y la comida de taberna lo convierten en una parada top si tienes más días o te estás montando un plan más largo.

Ya lo sabes: si buscas un destino auténtico, tranquilo y con esencia serrana, Braojos de la Sierra es tu Plan D: Desconexión, Dehesa, Descanso… y, por supuesto, de Disfrutar. Un lugar que demuestra que no hace falta irse lejos para vivir una escapada especial. Y si te has quedado con ganas de más planes rurales como este, en nuestra web tienes un montón de ideas esperándote: desde una ruta por los pueblos más bonitos de la Comunidad de Madrid, hasta una escapada a las Hoces del Duratón o un día redondo en la mágica Sepúlveda. ¿Cuál será tu próximo Plan D?